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EL MAL DE LOS VIÑEDOS

La filoxera es una plaga de pulgones provenientes de América, conocida como la filoxera de la vid, y una de sus características más importantes es que el único huésped conocido es la vid, ataca las hojas y los filamentos de las raíces, además se multiplica con una gran rapidez. Es considerada la plaga más devastadora de la a lo largo de su historia, destruyendo a finales del siglo XIX gran parte de los viñedos europeos.

A mediados del siglo XIX existía un importante movimiento de material vegetal hacia Europa desde el resto de los continentes. La construcción de jardines botánicos o invernaderos exóticos estaba muy arraigada en la Inglaterra victoriana. Desde América se importaban cientos de toneladas de árboles y plantas, incluidas vides, para construir esos jardines. Paralelamente a esta situación, el viñedo europeo se veía acechado por uno de los principales peligros a los que se había enfrentado en los últimos años, el oídio. El oídio es una enfermedad de la vid, producida por hongos, que había llegado desde América unos años antes. Esta enfermedad ataca a todas las partes de la planta y cuando llega al racimo, en cualquiera de sus fases de desarrollo, reduce o arruina la cosecha. En un intento por erradicarla del viñedo, se tomó la decisión de importar masivamente a Europa cepas americanas, ya que son más resistentes a esta enfermedad. Probablemente por una de estas vías, o por las dos a la vez, llegaron como polizones los primeros ejemplares de Filoxera que alcanzaron Europa.

Cuando Filoxera se encuentra en la fase de larva pincha con su pico las raíces de la vid para alimentarse de la savia que circula por ellas. Las vides de vitis vinifera tratarán de defenderse de ese ataque cerrando la herida, lo que produce deformaciones en las raíces y termina debilitándolas. En las ocasiones en que estas heridas no se cierren adecuadamente se convertirán en puertas para infecciones causadas por microorganismos, bacterias y hongos, que pudrirán estas raíces y el resto de la planta. La vid se va debilitando progresivamente y su producción disminuye año a año, hasta que finalmente muere. Las vides americanas, a diferencia de vitis vinifera, se defienden del ataque liberando una savia pegajosa que bloquea al insecto y además desarrollan una corteza tras la herida producida en su raíz, con lo que evitan la entrada de microorganismos a su sistema.

A partir de 1863 se empieza a informar de que los viñedos franceses, están sufriendo un ataque de origen desconocido que mata las plantas. La propagación de la plaga por los viñedos europeos, principalmente por la propia e involuntaria acción del hombre, fue imparable y enormes extensiones de viñedo quedaron devastadas. 

Desde el mismo momento en que se conoció la existencia de la plaga comenzaron a formularse diversas hipótesis para explicar su origen, pero incluso cuando ya se conocía la existencia del insecto se tardó en aceptar que éste pudiera ser el causante directo de tanta devastación. También se sugirieron diferentes métodos para erradicar la plaga, unos rigurosos, otros descabellados como sugerir la quema de todo el viñedo, pero desgraciadamente ninguno de ellos resultó efectivo. 

La solución definitiva a la plaga partió precisamente del conocimiento de que el insecto se había adaptado a desarrollar su ciclo vital en la parte subterránea de la planta. Si las diferentes especies de vitis americanas eran capaces de convivir con Filoxera y todo el ciclo vital del insecto en vitis vinifera se desarrollaba en las raíces, sólo había que aprovecharse de ello. La solución pasó por encontrar diferentes pies de especies de vitis americanas que constituyeran el sistema de raíces plantado en el suelo, donde poder injertar la parte aérea de vitis vinifera, que producía las uvas. Estos pies, o portainjertos, se crearon inicialmente usando diferentes especies americanas por separado, principalmente vitis rupestris y vitis riparia. Enseguida se comprobó que estos pies no eran idóneos para ciertos tipos de suelos, como los calcáreos, frecuentes en Europa. Con posterioridad se desarrollaron nuevos pies basados en híbridos que resolvieron este problema. Estos híbridos se crearon cruzando dos o más especies americanas, fundamentalmente las usadas anteriormente y vitis berlandieri. En la actualidad la práctica totalidad del viñedo mundial está plantado con este sistema, conocido como pie americano.

Esta ingeniosa solución permitió la salvación del viñedo, pero no acabó con la presencia de Filoxera ya que no atacó directamente al insecto. Aún hoy algunos viñedos del mundo siguen infectándose por Filoxera porque no todos los pies americanos muestran, en las distintas zonas vitícolas, la misma resistencia a las diferentes mutaciones del insecto. También se han desarrollado diferentes tipos de pies que, además de sobrevivir a Filoxera, se adaptan mejor a unas variedades de uva que a otras, son resistentes a ciertos tipos de suelos o climas y a enfermedades u otras plagas de la vid, como los nematodos. Los nematodos, otra de las plagas del viñedo para la que no tenemos cura, son gusanos microscópicos que atacan las raíces de la vid. Estas cualidades beneficiosas añadidas de los portainjertos modernos hacen que, en la actualidad, pese a su coste, se planten incluso en zonas que podrían considerarse a salvo de Filoxera.

El desarrollo de los portainjertos conllevó el despegue de la industria de los viveros, encargados de crear los esquejes injertados para su posterior plantación en los nuevos viñedos. La gran movilidad de material vegetal que implicó esta industria, durante la segunda mitad del siglo XX, tuvo el efecto negativo de la propagación de un nuevo y temido enemigo a los viñedos de todo el mundo, las enfermedades víricas. Los virus propios que portaban las distintas especies de vitis americanas usadas en los pies se trasladaron a las distintas variedades de vitis vinífera usadas para la producción de uvas y viceversa.

El viticultor del siglo XXI debe enfrentase a este nuevo reto, consecuencia de la solución al problema con Filoxera, que produce una importante disminución en el rendimiento y la calidad de la uva, aunque habitualmente no destruye la planta. Estas enfermedades se propagan por diversos factores, relacionados con insectos y la contaminación del propio suelo por nematodos, pero los viveros se encuentran en el punto de mira como principales responsables de su actual nivel de propagación. Para realizar los injertos los viveros utilizan material vegetal proveniente de selecciones clonales. En ocasiones este material se ha obtenido a partir de plantas madre de baja calidad sanitaria que estaban contaminadas y se han comercializado sin las debidas estrategias de prevención.

Sin embargo, la llegada de la Filoxera a Europa también tuvo inesperadas consecuencias positivas para algunos. Los primeros viñedos que quedaron improductivos por la plaga, durante años, fueron los franceses. Esta situación llevó a que sus propietarios tuvieran que poner la mirada en otras zonas vitícolas europeas para conseguir vino que comercializar. En el caso español seguramente la región más beneficiada, aunque no la única, fue Rioja. La influencia de los productores de Burdeos dio un gran impulso, tanto a la viticultura como a las técnicas de elaboración basadas en la crianza de los vinos en madera, que ayudaron a configurar el perfil pasado y actual de muchas regiones vitivinícolas de Europa.

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